Los sistemas aerotérmicos se basan en el aprovechamiento de la energía térmica existente en el aire exterior para calentar agua, calefacción o refrigerar la casa en verano. Se trata de aprovechar las calorías que flotan en el aire; incluso en pleno invierno el aire contiene partículas de calor. Ya que para que el aire no tuviera nada de calor, tendría que estar a una temperatura de cero absoluto, inferior a los 200ºC bajo cero.
El sistema sólo necesita una bomba de calor para su funcionamiento. Para obtener las calorías se produce un proceso de traspaso que requiere dos elementos: una unidad exterior que las capta, y una unidad interior que se las traspasa a un circuito de agua. Para transpórtalas de una unidad a otra, se usa un fluido refrigerante impulsado por un compresor. Únicamente hay que pagar por la energía que consumen este compresor y el ventilador exterior. Según sea la temperatura exterior, la energía requerida supone sólo un gasto entre un 25 % y un 50 % de la potencia de calefacción propagada a la vivienda, lo que equivale a decir que, entre un 50 % y un 75 % de la energía utilizada para calentar es gratuita, ya que sale de esa enorme reserva que es el aire exterior.
La energía almacenada se transmite a una bomba de calor que, mediante un ciclo termodinámico, permite transmitir el calor del medio más frío hacia el más caliente. Con un inversor de ciclo permite una acción inversa y se puede calentar o refrigerar la vivienda